Ecos del plebiscito, la Operación Mate
Hace aproximadamente ocho años, el Ejército Nacional, bajo la batuta del entonces, Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, hoy presidente de la república, logró lo que hasta ese momento era algo impensable: Rescatar a un grupo de quince secuestrados de las FARC, sin necesidad de disparar un solo cartucho. Esa fue la denominada ‘Operación Jaque’, una jugada de inteligencia y astucia.
Para mí es inevitable dejar de recordar ese episodio, sobre todo ahora, cuando los resultados del plebiscito muestran claramente, que otra vez las FARC, acaban de recibir otro duro golpe y, quizás, el definitivo; en mi opinión, el más duro golpe que hayan podido recibir en toda su historia. Y no me parece coincidencia que los mismos que les propinaron el primer golpe, estén otra vez detrás de la emboscada que les asestó el tiro de gracia, en una operación que bien podría llamarse ‘Operación Mate’.
Las FARC no aprendieron las lecciones que debieron tomar, después de la ‘Operación Jaque’ y se sentaron inocentemente a negociar con los pantalones abajo, precisamente con los mismos comediantes que años atrás, les había propinado su más duro revés, hasta ese momento. Y por eso se repitió la historia. Los mismos actores y las mismas estrategias. Y una sociedad repartida en dos bandos opuestos, que nunca entendió en qué consistía el juego, porque su único interés era ganarle al bando opuesto. No me cabe la menor duda de que en estos momentos, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos deben estar muertos de la risa, en compañía del embajador de EE UU, celebrando el éxito del plebiscito o, mejor, de la ‘Operación Mate’. O es que ustedes, ¿de verdad creen que dos de las familias más poderosas de éste país, se pelearían entre sí, solo por defender los intereses de los colombianos…? En serio, ¿creen eso…?
En lo personal, celebré el inicio de los diálogos entre el gobierno y las FARC y apoyé irrestrictamente el proceso en la Habana, pero siempre me generó serias dudas e incluso una negra sospecha, que las FARC hubiesen sido tan tontos como para aceptar un acuerdo tan chimbo, como el de convalidar los acuerdos alcanzados, después de un largo proceso de negociación, mediante la realización de un plebiscito. Eso es tanto como pactar el precio de una noche de amor y, luego de disfrutarla, retractarse y deshacer el acuerdo, con el argumento de que ‘mi familia no lo aprueba’. El plebiscito era exactamente la letra menuda del acuerdo, la misma que las FARC no supieron descifrar.
Con esas mismas reglas de juego, se podría haber pactado cualquier cosa. Igual nada de lo pactado se iba a cumplir, porque para el gobierno siempre existiría el recurso del plebiscito y, el plebiscito como las elecciones, siempre han sido manipulables en Colombia. Como estudiante de la Universidad Nacional, en la década de los ochenta, muchos de mis compañeros y yo, desarrollamos un cierto grado de simpatía por las FARC, por cuanto ese grupo representaba, en ese momento, un símbolo de oposición y rebeldía, frente a una sociedad republicana. Sin embargo ahora, siento lástima por ellos; perdieron el norte y botaron la brújula; como a los partidarios del SI y el No, en el plebiscito, se ocuparon tanto de la confrontación, que se les olvido el motivo.
Esa es mi lectura de los resultados del plebiscito, que en mi opinión, bien podría llamarse la ‘Operación Mate’ que acabó con las FARC sin disparar un solo cartucho. ¿Qué les queda ahora a las FARC? Prácticamente nada. Aceptar rendirse e ir a la cárcel, si es que antes no se suicidan. En realidad, creo que las FARC perdieron el norte, cuando fundamentaron su fuerza en la milicia y se olvidaron de la academia. Para ellos, un soldado siempre fue más importante que un pensador. Y la derrota no es más que el precio que se debe pagar por subvalorar las ideas. Que nos quede esta lección a todos los colombianos: ‘La razón de la fuerza nunca llega, hasta donde la fuerza de la razón puede’.